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El duelo tras la pérdida de un bebe dentro del vientre materno, o a la semana de nacido es un acontecimiento que es infravalorado, considerado en muchas ocasiones como algo olvidable o de fácil superación. No es la edad, peso o talla lo que convierte a un pequeño ser en hijo/a, sino el vínculo afectivo que se origina desde que se conoce su existencia, la ruptura de sueños y anhelos que se tenían con el bebé, lo que convierte esta dolorosa experiencia similar a cualquier otra perdida de un familiar y que es igual de devastadora para ambos progenitores. El duelo es un proceso natural y esperable posterior a la muerte de un ser querido, en el cual se van desencadenando una serie de sentimientos que requieren tiempo y predisposición para ser asimilados, a la mujer se le suman los malestares físicos del proceso de parto o postaborto, que complican el duelo, mientras que el padre experimenta este proceso de una manera aislada. El duelo puede verse complicado por múltiples factores que agudizan la pena y pueden conllevar a una depresión, entre los factores a considerar son: el apoyo social escaso o nulo, padres primerizos, baja condición económica, culpabilidad excesiva, entre otros. El duelo no es considerado un estado, sino un proceso transitorio, en el que el entorno social genera un gran impacto y es de significativa ayuda como puede también convertirse en el constructor de un duelo complicado, la comunicación y el nivel de cohesión entre los miembros de la familia durante la fase de cuidado y especialmente durante el proceso de duelo son importantes para el bienestar psicológico de los dolientes. |
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