Résumé:
Las infecciones que se producen en el aparato genital femenino generan síntomas habituales como: disuria, polaquiuria, prurito vulvar, disparreunia y leucorrea. Lo que hace complicado diferenciar dichas infecciones, por lo que es imprescindible basarse en la exploración y el estudio microbiológico para dar el diagnóstico (Perea, 2014).Debido a que en la vagina de la mujer existen un sin número de gérmenes que controlan la flora vaginal normal a lo que se denomina leucorrea fisiológica, cuando se altera esta flora, origina flujos vaginales patológicos por la alteración de los bacilos de Doderleing y otras bacterias. Los lactobacilos mantienen el pH vaginal ácido, el cual provee protección contra las infecciones. La Organización Mundial de la Salud lo define como un proceso inflamatorio de la mucosa vaginal, con características como: flujo anormal, olor fétido característico, prurito, edema, eritema, disuria, disparreunia, y en ocasiones sangrado escaso, sintomatología determinada por la invasión y multiplicación de microorganismos. Existen diversos factores de riesgo asociados a mencionada patología, entre ellos: la edad, el número de parejas sexuales, inicio de vida sexual activa, número de partos, abortos, consumo de alcohol y tabaco. Siendo trascendental su estudio por la recurrencia con que las mujeres son propensas a padecer de esta afección, convirtiéndose en una de las razones más frecuentas de consulta ginecológica. Puesto que existen diferentes etiologías, inespecíficas; producidas por un solo microorganismo o varios de la flora propia de la vagina, o especificas producto de gérmenes que no forman parte de la vagina por lo que se debe considerar a las que causan alteración o flujo vaginal a la Cándida albicans, Tricomona vaginalis, Gardenerella vaginalis, Vaginosis bacteriana, pero también deben considerarse a las ITS. Por lo que es importante para un buen diagnóstico inicial llevar una correcta anamnesis, un estudio citológico determinado, y un tratamiento específico.